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Cuando uno se refiere a un ‘Titán’, es inevitable pensar en esos seres mitológicos que marcaron una era previa a los dioses, aquellos que eran capaces de lograr lo impensable. Es por eso que ese apodo le quedó perfecto a Martín Palermo, el jugador que marcó un antes y un después en su carrera y ahora buscará hacerlo desde el banquillo como entrenador.

Su historia empezó en La Plata, provincia de Buenos Aires.

El amor por el futbol fue inmediato, desde muy joven conoció lo que era pegarle a un pelota y enamorarse cada vez que lo hacía. Inició su carrera como futbolista con Estudiantes de la Plata y desde un principio todo mundo sabía que su futuro sería brillante, así que nunca más lo soltó.

Su carácter en el futbol, tan optimista y luchador, no surgió de la noches a la mañana. De hecho su amor por ese deporte tampoco lo hizo, todo se lo debe a dos personas que lo fueron todo en su vida y que aún recuerda con mucho cariño.

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Su padre y su abuelo fueron la base de su historia en el futbol.

El primero fue Carlos Palermo, su papá, un obrero que luchó por los derechos del proletariado en 1960 y quien a través de la lucha sindical inculcó en su hijo el espíritu de lucha. Después su abuelo, Enrique Palermo, quien jugó en el Club Deportivo Vieytes y le heredó el amor por el futbol. Así fue como su formación empezó desde la familia.

Todos lo recuerdan por su forma de anotar goles, de celebrarlos y ser una máquina anotadora, pero lo que pocos saben es que alguna vez estuvo a punto de ser el encargado de evitarlo. Martín Palermo no se inició como delantero, lo hizo como portero en Estudiantes de la Plata.

Su destino no estaba en ese club.

Empezó a probarse como delantero cuando abandonó Estudiantes de la Plata para jugar en el Club For Ever y de dice que en su primer torneo metió 50 goles. El jugador se había liberado de la portería para encontrar su verdadera vocación en el terreno de juego.

Regresó a Estudiante la Plata donde debutó, pero fue hasta 1995 cuando encontró sus amados goles, pues su cuota encontró estabilidad y marcaba 8 goles en promedio. Dos años después, Boca Juniors se hizo de los servicios del delantero y fue ahí donde se descontroló.

Compartió vestidor con Caniggia, Samuel, los mellizos Schelotto y Riquelme, pero fue hasta que conoció a Carlos Bianchi, cuando su talento salió a flote. Algunos decían que el oportunismo, remates certeros y hambre de gol era lo que mejor lo definía, pero todo quedó claro cuando Bianchi dijo:

«Palermo es un optimista del gol y, cuando no está, se siente».

Ese fue otro de los apodos que se ganó esta leyenda, quien aunque nunca le fue muy bien en Europa, con el Villarreal, Betis y Alavés, su pasó por Boca nunca fue olvidado. Tuvo una segunda etapa con los Xeneizes y ahí recordó lo que era ser ídolo, convirtiéndose en el máximo goleador con 236 goles.

 

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Después de retirarse en lo más alto, llegó el momento de ser entrenador.

Martín Palermo dio otro paso en su carrera y fue presentado como DT de Godoy Cruz, donde su primer partido lo disputó el sábado 1 de diciembre en el Estadio Malvinas Argentinas ante Quilmes con un empate a ceros. Estuvo 41 partidos con ellos y nunca logró conseguir un título.

También pasó por Arsenal FC y Unión Española en Chile con quienes tuvo un promedio de 1.18 puntos por partido. Con ninguno de esos 3 equipos consiguió una campeonato y eso hizo que no se consolidara como entrenador desde que empezó en 2012.

¿Su gran oportunidad está en México?

En el 2018, Pachuca lo nombró DT y la historia ha sido diferente. En 2 temporadas ha logrado pasar una vez a Liguilla en séptimo lugar, pero actualmente se encuentra en el lugar 12 del Apertura 2019 y el entrenador argentino tendrá que hacer muchos esfuerzos para avanzar a Liguilla.

Martín Palermo es conocido como el ‘Titán’ del futbol, pero aún le falta un paso para poder convertirse en Dios en su carrera y eso solo sería consolidarse como entrenador. ¿Pachuca es el lugar perfecto para lograrlo?