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Hay jugadores que no importa cuando decidan decirle adiós a los emparrillados, su lugar en el Salón de la Fama está asegurado, pero también está en otro lado de la moneda, esos que tuvieron sus momento de gloria aunque a lo mejor no suficientes para ser inmortales y esa fue la pregunta que se hacen todos cuando Eli Manning anunció su retiro de la NFL, ¿logrará llegar a Canton?

Todos lo recordarán por ser el ‘verdugo’ de Tom Brady.

Llegó a los Giants como un niño tímido y delgado, -conocido por ser el tercer hijo de Archie y el hermanito de Peyton-, pero por mérito propio se convirtió en el rostro de la franquicia, un líder digno y un campeón que después de una carrera de 16 años logró dos brillantes caminos al Super Bowl coronados por actuaciones de MVP contra los Patriots.

Sus últimos años en la NFL pudieron no haber sido los mejores, pero sin duda alguna será recordado por esas temporadas donde logró que la franquicia de Nueva York fuera importante de nuevo, donde hizo que la dinastía de Tom Brady y Belichick se pusiera en duda, aunque fuera por un momento.

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Su carrera es digna del Salón de la Fama, pero no de inmediato.

Termina su paso por la NFL como séptimo de todos los tiempos con 366 pases de touchdown, séptimo en yardas aéreas con 57,023 y empató con Joe Montana por el 11º lugar en victorias de carrera con 117. El tema son sus 117 derrotas que aunque no todas fueron por él, seguramente se culpará él mismo de muchas de ellas. Tampoco se puede negar el hecho de que los equipos a su alrededor, especialmente de 2012-19, fueron insuficientes. 

Vale la pena recordar sus dos jugadas emblemáticas, la increíble escapada y pase a David Tyree, quien hizo una increíble recepción para conseguir la primera victoria del Super Bowl y su imposible pase completo de Mario Manningham en la segunda. Momento que quedarán no solo como los mejores en la historia de los Giants, sino de toda la NFL. 

Además, era un verdadero compañero de equipo.

Manning nunca criticó públicamente a nadie. Si fue capturado demasiadas veces, nunca señaló con el dedo a sus linieros ofensivos, si sus receptores dejaban caer pases, nunca los culpaba. Si su equipo perdía, nunca culpó a nadie más que a sí mismo.

Eli casi nunca habló con los medios el día después de una victoria; siempre habló con los medios el día después de una derrota y eso habla de lo buen líder que era, tanto dentro del terreno como fuera de él. Solo es cuestión de analizar la ovación de pie que le hicieron en la temporada 100 de la NFL en su último partido en el Metlife Stadium.

Con el retiro de Eli Manning, se puede decir que ese es un currículum de calibre del Salón de la Fama y probablemente tomará su lugar entre los grandes del futbol profesional algún día, a lo mejor no pronto, pero el QB de 39 años, puede mirar con orgullo hacia una vida bien vivida con el uniforme de los Gigantes.