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Una lesión en la carrera de un atleta puede significar dos cosas, la primera es darse por vencido y decidir ponerle fin a su camino o la segunda, luchar con todas sus fuerzas para salir adelante regresando mejor que nunca, Richard Sherman eligió la segunda y el hecho de que los 49ers jugarán el Super Bowl LIV es la prueba de ello.

Será su tercera aparición en el ‘Superdomingo’.

Las anteriores fueron con los Seattle Seahawks, en la edición XLVIII y XLIX, la primera la ganó después de propinarles una paliza a los Denver Broncos y el segundo lo perdió en el último segundo contra New England Patriots. Seguro todos recuerdan su cara luego de la intercepción en la yarda 1 a Russell Wilson.

A pesar del éxito que tuvo con Seattle, el equipo decidió no retenerlo cuando salió lesionado en el 2017 del talón de Aquiles. Meses después decidieron cortarlo para liberar el tope salarial, quedando libre en el mes de marzo del 2018 y solo pasaron días para que los 49ers le dieran una segunda oportunidad.

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Hoy, está a un paso de volver a ser campeón.

Mucha gente dudó de él, que a sus 31 años no podría volver a estar a la altura de uno de los mejores esquineros de la NFL, pero lo único que hizo fue mejorar y trabajar día con día no solo para ser de los mejores, sino para demostrar que se equivocaron con él.

Cuando los 49ers consiguieron su pase al Super Bowl, todos voltearon a ver a Jimmy Garoppolo, George Kittle o Mostert, pero también era importante ver a Sherman, quien estaba en cuclillas en el piso con lágrimas en los ojos porque había logrado lo inimaginable, un regreso al gran juego.

Era imposible no notar su emoción.

«Fue un pequeño paso atrás para un gran regreso», dijo al término del partido. Además, su intercepción a Aaron Rodgers en el final del partido fue la que definió el marcador, repitiendo su hazaña de hace seis años, cuando con una intercepción (casualmente a los 49ers) llevó a los Seahawks al Super Bowl.