Foto: Getty

Todos los jugadores de la NFL soñaron con estar en la liga alguna vez, pero nadie lo hizo más que Philip Rivers, porque desde los 10 años el tenía muy clara su meta y no iba a descansar hasta que se convirtiera en una realidad, lo cual logró con una gran carrera en los Chargers.

La historia empezó con una tarea escolar.

Un pequeño Rivers, siendo hijo único, tuvo que hacer un proyecto donde explicar todo sobre él. Desde sus cosas favoritas, su familia, sus deseos, lo que no le gustaba y por último, lo que quería ser cuando creciera (su sueño más grande).

Esa tarea se resume en: no le gusta la mayonesa, es hijo único, le encantan los deportes, tiene 10 años y en una esquina, un recorte de la revista de Sports Illustrated donde se ve a un jugador de la NFL y Rivers decidió poner su cara, haciendo alusión que quería verse ahí en un futuro.

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Ese objeto aún está inmortalizado.

Todo eso se conmemora en un proyecto escolar amarillento que se enmarca en el sótano de la modesta casa de sus padres en Decatur, Alabama. Así fue como Philip Rivers empezó su sueño, viendo un pedazo de cartón que le recordaba todos los días que no existen imposibles.

Desde los sueños del sótano hasta la realidad estratosférica, Rivers ascendió a la cima del juego, donde ha logrado cosas extraordinarias, como unirse a Brett Favre y a los hermanos Peyton y Eli Manning como los únicos mariscales de campo en iniciar 200 juegos consecutivos.

Foto: Philip Rivers

Todo gracias a su obsesión con el juego.

Ayudaba a su padre como un chico de pelota para el equipo de la escuela secundaria durante años antes de jugar allí (su papá era entrenador). Cada vez que la cadena entraba al campo para una medición, el joven Philip se metía en el grupo de oficiales y mantenía sus manos separadas hacia la línea lateral para indicar exactamente cuánto se requería para un primer down. 

En el campo, Rivers dirigía a sus compañeros de un lado a otro. Tanto en colegial como en la NFL, ya que en su carrera, ha logrado una calificación de pasador de 100 o más, un récord personal en los primeros ocho juegos de una temporada.

¿Por qué es un QB tan difícil de capturar?

Rivers se volvió mucho más duro durante su segundo año de escuela secundaria cuando, debido a que un estudiante de último año comenzaba como quarterback, lo trasladaron al apoyador del lado débil. “Incluso cuando me arrojaron allí, al principio me sorprendió un poco el contacto. No tienes tanto miedo, pero te enfrentas a un fullback corriendo hacia ti. Aprendí mucho. Disfruté eso», dijo Rivers. 

Al final se decidió por la posición de mariscal de campo y que bueno que lo hizo, porque lo ha puesto a donde está hoy en día. ¿Ha sido el camino perfecto? No, aún le falta un Super Bowl, pero al menos el sueño de ese pequeño niño de llegar a la NFL se cumplió y Philip Rivers debería estar orgulloso de eso porque lo consiguió con una gran carrera en los Chargers.

 

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