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Muchas de las estrellas de la NFL tienen la vida que todos quisieran tener, pero lo que pocos saben es que varios no lo consiguieron de la manera sencilla. Uno de los ejemplos es el de el receptor de los Tampa Bay Buccaneers, Mike Evans, quien jugará el Super Bowl LV, pero antes de eso tuvo una historia de superación de pocos imaginarían.

Actualmente es el objetivo favorito de Tom Brady.

Evans ya era una pieza clave en la ofensiva de los Bucaneros desde que lo seleccionaron en el Draft de 2014, pero cuando realmente hizo magia fue cuando el mariscal de campo llegó a comandar al equipo. En la temporada 2020 consiguió algunos de sus mejores números.

Tuvo un total de 70 recepciones para 1,006 yardas y 13 touchdowns. En cuánto a yardas, la mejor que tuvo fue en 2018 cuando superó las 1,500, pero en cuanto a anotaciones, 2020 fue la mejor, ya que su máximo habían sido 12 en 2014 y 2016.

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Esta historia de éxito pudo haber terminado muy diferente.

Evans siempre brilló en los equipos donde estuvo, desde secundaria hasta sus buenas actuaciones con el equipo de la Universidad de Texas A&M a nivel colegial, pero antes de todo eso, el receptor vivió una etapa dura en su vida, la cual pudo haber marcado un camino muy diferente.

Fue cuando apenas era un niño a sus cortos 9 años. El papá del jugador de los Bucs, Mickey Evans, ejercía violencia doméstica sobre su madre Heather Kilgore por lo que su tío tomó una decisión complicada y lo asesinó en su casa. En 2002 fue cuando cometió el acto criminal y Evans vio todo con sus propios ojos.

 

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El jugador encontró una salida en el futbol americano.

Hace algunos años, Mike Evans dijo que le costó trabajo superar dicha tragedia, a pesar de que fue poco a poco que entendió la realidad de la situación, pero sin duda es una historia de superación que terminó de la mejor manera y podría hacerlo aún mejor si pasa de vivir la muerte de su padre a ser campeón del Super Bowl con los Buccaneers.