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Se podría decir que todos los atletas tienen dos vidas, la que los aficionados ven dentro del campo y la que es un poco más privada fuera de él. Cada quién vive con sus propios ‘demonios’, unos con los que tienen que luchar día con día, como el quarterback de los Steelers, Ben Roethlisberger que confesó ser adicto al alcohol y pornografía.

Tiene su lugar asegurado en el Salón de la Fama de la NFL.

Muchos lo catalogan como uno de los mejores mariscal de campo que ha tenido la franquicia de Pittsburgh, junto con Terry Bradshaw. Sus dos Super Bowls y seis veces llamado al Pro Bowl son la prueba de su talento, aunque eso no quiere decir que todo sea perfecto.

La fama pudo haber sido demasiada para ‘Big Ben’, porque aunque dentro de los emparrillados sigue sorprendiendo, fuera de ellos continúa con una la batalla más importante en toda su vida, superar las múltiples adicciones que ha tenido.

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Asegura que es tan humano como cualquiera y los errores son parte de él.

En una entrevista comentó que su vida fuera del campo no ha sido sencilla: «los atletas, somos humanos; cometemos pecados como cualquiera. Yo no soy diferente. Cometemos errores, nos hacemos adictos a las cosas, somos humanos».

Se arrepiente de muchas de las cosas que ha hecho y aunque está trabajando en ello, siempre pensará que no fue la mejor persona que pudo haber sido. «He sido adicto al alcohol, a la pornografía, lo que no me convierte en el mejor esposo, tampoco en el mejor padre, tampoco en el mejor cristiano posible», agregó.

Su fé hizo que enderezara su camino.

A pesar de que Ben Roethlisberger se declaró adicto al alcohol y pornografía, comentó que ha trabajado en solucionar sus problemas y convertirse en cristiano hace 3 años fue parte fundamental para lograrlo. Así será no solo la mejor persona, sino el mejor atleta.