Mauricio Culebro, directivo de Tigres, ha sido tajante con su postura: «los jugadores no mandan en el equipo». Esta declaración llega en medio de la polémica sobre la influencia del grupo de la amistad, conformado por jugadores como Gignac, Nahuel Guzmán y Guido Pizarro, quienes han sido señalados como figuras con demasiado poder en las decisiones internas del club. Ahora, con Pizarro como nuevo entrenador, la situación se vuelve aún más delicada, ya que pasó de ser compañero a jefe de vestidor en cuestión de días.
La llegada de Pizarro al banquillo ha dividido opiniones. Mientras algunos lo ven como una apuesta arriesgada pero interesante, otros creen que su falta de experiencia como técnico puede jugarle en contra. Además, la cercanía que tenía con los jugadores podría complicar su autoridad en el vestidor. Imaginar que Gignac y compañía, quienes hasta hace unos días lo llamaban «hermano», ahora deban referirse a él como «profe», genera dudas sobre cómo se manejará la disciplina en el equipo. Sin embargo, la directiva ha dejado claro que no habrá concesiones y que la prioridad es mantener un equipo competitivo.
El gran reto para Tigres será encontrar el equilibrio entre la renovación de la plantilla y la continuidad de su proyecto ganador. En los últimos años, el club ha sido un referente en México y en la Concachampions, pero las decisiones recientes han generado incertidumbre. ¿Podrá Pizarro consolidarse como entrenador y demostrar que su nombramiento fue una decisión acertada? ¿O estamos ante el inicio de una crisis en el vestidor felino? Lo cierto es que Tigres vive un momento crucial y el futuro del equipo dependerá de cómo manejen esta situación en los próximos meses.