Luis Hernández, mejor conocido como “El Matador”, marcó una época en el fútbol mexicano. Con su melena rubia y su instinto goleador, se ganó el cariño de la afición durante los años noventa, convirtiéndose en uno de los ídolos más recordados de la Selección Mexicana. Su paso por equipos como Tigres, América y Necaxa consolidó su legado como uno de los delanteros más carismáticos del país.
En el Mundial de Francia 98, Hernández vivió su momento más brillante al convertirse en el máximo anotador mexicano del torneo. Su entrega, sus goles y su estilo inconfundible lo colocaron en la historia grande del fútbol nacional. Sin embargo, su trayectoria también tiene un episodio que los aficionados nunca olvidan: aquella falla ante Alemania en los octavos de final que pudo cambiar la historia del Tri.
Pese a ese recuerdo agridulce, “El Matador” sigue siendo un símbolo de pasión y entrega dentro del campo. Su legado inspira a nuevas generaciones y su figura continúa presente en la memoria colectiva del futbol mexicano. En Nación Deportes lo recordamos como lo que fue: un auténtico jugador de culto.
