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Desde el momento que nació, el deporte corre en la sangre del aún mariscal de campo de los Green Bay Packers y no solo porque sea bueno, sino porque su padre también lo practicó toda su vida, pero sorprendentemente él estuvo a punto de no seguir ese camino. La historia de Aaron Rodgers para llegar a la NFL estuvo llena de altas y bajas, pero siempre pesó más su amor al deporte.

Todo empezó en una pequeña ciudad en California.

Cuando era pequeño se enamoró de cualquier tipo de pelota o balón. Durante su infancia, practicó béisbol, básquetbol y futbol americano, además cabe recalcar que en todos era bueno, pero no lo suficiente para que su padre lo dejara hacerlo de manera regular.

El papá de Rodgers no quería que ni él ni sus hermanos practicaran deporte de contacto por el miedo a lesionarse, pero el mariscal de campo de la NFL siempre encontraba una la manera de hacerlo, desde un rato en el parque hasta en el recreo con sus amigos.

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Su ídolo era Joe Montana, así que ser QB siempre fue la primera opción.

Antes de pensar en dedicarse completamente al deporte de contacto, le dio oportunidad a las demás disciplinas que practicaba. A los 10 años ganó un concurso de tiro libre en básquetbol y en el béisbol jugaba de pitcher, jardinero y ‘short stop’, sin duda tenía talento nato para el deporte.

A pesar de eso, su amor por el americano no desaparecía. Eso lo llevó a jugarlo para su preparatoria y aunque hizo las cosas bien logrando la mayor cantidad de yardas en una temporada, no fue suficiente para empezar a marcar su camino hacia la NFL.

No recibió ninguna oferta de Universidades de Primera División.

Debido a eso consideró la escuela de derecho como un segunda opción, pero antes de hacerlo, fue cuando lo llamaron de Butte Community College donde estuvo un año y rompió varios récords. De esa manera, por fin llamó la atención de la Universidad de California, Berkeley.

Demostró su talento durante 2 años y fue finalista al Heisman Trophy en 2004. Eso lo convirtió en uno de los mejores prospectos en el Draft 2005, pero de manera sorpresiva fue elegido hasta la selección general 24 por los Green Bay Packers.

Eso lo motivó a demostrarle a los demás equipos que se habían equivocado.

Durante 3 años su suplente de la leyenda Brett Favre y fue en 2008 cuando decidieron no renovarlo y ahora Rodgers tendría la tarea de ‘llenar sus zapatos’. Dos temporadas después, guió a Green Bay al Super Bowl donde vencieron a los Steelers y fue nombrado MVP del partido.

Los siguientes dos años fue ‘Jugador Más Valioso’ de la temporada, pero ese fue su último gran logró porque su nivel ha bajado desde ese entonces y no ha vuelto a un Super Bowl en 10 temporadas. ¿Algún día podrá cambiar eso en la historia de Aaron Rodgers?

Muchos los atribuyeron a su mala relación con Mike McCarthy, exentrenador de los Packers. Las cosas estaban tan mal que en 2018, el equipo de dio las gracias a McCarthy para llevar a Matt LaFleur, quien tuvo récord de 13-3 en su primera temporada.

La conexión que tuvo con Rodgers fue buena y podría ser la solución para obtener ese deseado segundo campeonato. Aaron Rodgers tiene 36 años y no se está haciendo más joven, le queda poco tiempo para seguir sumando a su legado e historia en Green Bay. ¿Podrá eliminar las dudas respecto a si es uno de los mejores quarterbacks de todos los tiempos?