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Los deportes son algo que siempre llenará de alegría y satisfacción a quienes lo practican y a quienes lo ven, tal es el caso del automovilismo, sin embargo, por mucho que nos haga vibrar siempre habrá un riesgo latente cuando las cosas no salen como deberían. La vida de un atleta puede cambiar de la nada. Tal es el caso del accidente de Niki Lauda que cambió todo.

Previo al choque, venía de ser campeón por primera vez.

La F1 y el automovilismo en todas sus presentaciones es una práctica que se caracteriza por adrenalina, velocidad, rebases, rapidez de los pits y por exhibir los mejores automóviles del mundo, sin embargo ni los coches más lujosos están exentos de percances.

Lamentablemente ayer el tricampeón de F1 Niki Lauda, falleció a los 70 años de edad.

Dejó un legado de cientos de anécdotas que perduraran en las pistas por mucho años, una de ellas lamentablemente no está tan llena de gloria, y es aquella que sucedió en el GP de Alemania en 1976. Un accidente que lo dejó marcado para toda la vida.

La fecha del calendario marcaba el primero de agosto de 1976, el piloto austriaco se encontraba abordo de su Ferrari 312T2, durante el Gran Premio de Alemania, y defendía el primer título mundial en su carrera. Las situación era inmejorable, ya que en esa temporada el corredor logró 4 de 6 victorias disponibles en lo que iba del año, sin embargo las malas noticias sucedieron en un parpadeo.

La curva del kilómetro 14 de aquel circuito presenció cuando repentinamente el austriaco perdió el control de su coche, motivo por el cual no pudo librar el muro de contención, impactando brutalmente su vehículo, colisión que lo regresó a la pista con un coche cubierto casi en su totalidad por las llamas.

La reacción de sus compañeros Brett Lunger, Harald Eartl y Arturo Mezario fue inmediata y fueron quienes se encargaron de sacarlo del coche en llamas, de hecho el propio Lunger chocó contra el monoplaza de Lauda al momento de regresar a la pista.

El cuerpo inconsciente de Lauda abandonó el vehículo para ser trasladado a una clínica de Ludwigshafen, donde recibió asistencia medica, misma que le ayudó a sanar sus heridas, pero eso no lo detuvo:

«Seis meses después volví a conducir al mismo nivel o incluso mejor todavía. Y eso sólo es posible si uno supera un problema al 100%. El hecho de recuperarme rápido formaba parte de mi estrategia. No podía estar sentado en casa pensando en ello, por qué pasó y por qué a mí«.

Un año después levanto el trofeo una vez más con Ferrari para solidificar un legado que será recordado, sobre todo en este momento, ya que tras su deceso vale la pena revivir estos momentos que definieron su carrera y lo levantaron como uno de los pilotos más emblemáticos en la historia de la F1.